sábado, 21 de abril de 2012

La crianza humanizada y el desarrollo humano individual y colectivo
La crianza significa acompañar, instruir, educar, orientar, mostrar caminos, estimular y respaldar, por lo que el acompañamiento inteligente y afectuoso brindado por el puericultor (cultivador, cuidador de niños, niñas y adolescentes) deberá necesariamente, ser dirigido a la ampliación y potenciación de sus capacidades humanas, esto es, de su desarrollo individual y como miembro de un colectivo.
Según el psiquiatra chileno Jorge Barudy, todos los niños, niñas y adolescentes deben recibir los cuidados necesarios a fin de asegurarles la vida, el bienestar y un desarrollo armonioso al mismo tiempo que sus derechos sociales, económicos, cívicos y políticos son respetados, permitiéndoles el desarrollo de sus potencialidades para que todos tengan las mismas posibilidades de vivir, ser libres y felices.
Es claro que los planteamientos del desarrollo a escala humana coinciden con los del discurso de Crianza Humanizada en lo referente a la satisfacción de necesidades como las de afecto, subsistencia, creación y participación, así como en la garantía de derechos.
Además, los elementos claves del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD- caben perfectamente en el proceso formativo en la crianza humanizada y humanizante, que a su vez son acordes con la Convención Internacional sobre los derechos del Niño y con el Código de la Infancia y Adolescencia.
Como prácticas de crianza humanizada y humanizante el grupo de puericultura plantea que en la relación de niños, niñas y adolescentes con los adultos cuidadores, se construyen y reconstruyen bilateral y permanentemente las metas de desarrollo humano integral y diverso: autoestima, autonomía, creatividad, felicidad, solidaridad y salud, en las que se apoya el tejido de resiliencia, o sea triunfar en la vida de cara a la adversidad.
Si lo anteriormente comentado se refiere a los individuos humanos o personas también debe ser válido para lo colectivos humanos en el ejercicio de su proceso de humanización, con sus dos componentes básicos: individuación (ser yo mismo, ser nosotros mismos, con las características específicas o particulares conocidas como la “mismidad”) y socialización (interacción con los otros), que al integrarse varios llegarían al sueño de construir Com-unidad, con sus tres Ces: Común (objetivos o sueños compartidos), Comunión (afinidad o compenetración máxima) y Comunidad (unidad común).