viernes, 23 de marzo de 2012

NO TODO TIENE QUE SER FLACO NI GORDO NO?

La batalla inútil de un gordo que quería ser flaco
A los obesos se los suele considerar culpables y faltos de voluntad. Un testimonio da cuenta de la otra cara: el sufrimiento que le ha significado bajar de peso –depresión incluida al perder 30 kilos con ayuda de medicamentos– y explica por qué querer no siempre es poder.
En 1972 mi madre se enamoró del Doctor Alberto Cormillot. Yo estaba en primer grado. Se enamoró, digo, como uno se enamora de su actriz o su músico favorito. Lo había escuchado en la radio. Lo había visto en el pequeño televisor a transistores. Pero lo que terminó de enamorarla fue un libro. Coma bien y adelgace, escrito por Cormillot junto a Petrona C. de Gandulfo. Un best seller de aquel año que unía a la mayor cocinera de la patria con el joven médico que había sido gordo y que empezaba a hacerse famoso por sus consejos para adelgazar.
De un día para otro el doctor Cormillot comenzó a gobernar las cosas en casa. La palabra “dieta” aún no se escuchaba con frecuencia. En todo caso, se hablaba de “estar a régimen”, algo que les ocurría a mis tías y a mi madre hasta que a los seis años, me tocó a mí. Me daba cuenta de que era gordito. No tenía las destrezas atléticas de mis compañeros de escuela. Algo pasaba. Mi cuerpo era más pesado.
En el pequeño departamento en el que vivía mi familia en la década del setenta, el olor de los bifes a la plancha era omnipresente. Las milanesas apiladas prolijamente fritas, el caramelo endurecido en las paredes de la budinera de aluminio, el dulce de leche protagonizaban el menú cotidiano. El pan llegaba cada mañana recién horneado de la panadería. La manteca, la leche y los quesos eran “enteros”, otra..
http://www.clarin.com/sociedad/batalla-inutil-gordo-queria-flaco_0_647935405.html
SURREALISMO CRIOLLO. Asado en Mendiolaza, la obra de Marcos López.

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