Tras el secuestro de sus tres hijos, Gabriela Arias Uriburu no se da por vencida y presenta su cuarto libro
“Sé que las almas se reúnen en una trama sin tiempo ni espacio”, dijo Gabriela en la presentación de su último libro, Vínculos: encontrándonos en el amor, con el que continúa el relato de su lucha por estar cerca de sus hijos, lo que finalmente logró
“No tengo títulos, tengo territorios conquistados por la experiencia que me dio sumergirme en mis propios infiernos y haber salido de allí para ser y hacer vida, con la vida. El dolor ha sido mi universidad. Por eso hoy puedo acompañarte en tu trayecto de conocimiento interior”.
Usando estas palabras, Gabriela Arias Uriburu se presentó a cientos de personas que se acercaron hasta el Espacio Cultural Julio Le Parc, el viernes a la tarde, con motivo de la presentación de su último libro, Vínculos: encontrándonos en el amor.
Conocida por su desesperada cruzada tratando de rescatar a sus tres hijos, secuestrados por su ex marido y trasladados a Jordania, la brasileña volvió a recordar su experiencia y con una voz serena intentó comunicar el legado de paz que profesa desde que transformó “el dolor en amor”
Porque, antes de pisar suelo mendocino y emocionar con cada frase a la audiencia, fue larga la travesía que le tocó peregrinar. Un camino que –según confesó– la condujo hasta el infierno, y la hizo atravesar por la posibilidad de la locura y el arrebato de la vida mediante el suicidio.
Por eso, en una sala repleta, ocupada por mujeres, algunos hombres y una decena de niños, Gabriela volcó al público su fortaleza de temperamento, y un equilibrio y una sabiduría ganadas a fuerza de luchar contra sus demonios internos y las distancias que separan a Occidente de Oriente.
“Con este libro que traigo hasta ustedes, e invito a que puedan leer, cierro parte del trabajo que venía haciendo en mis tres libros anteriores (¡Ayuda! Quiero a mis hijos, Jordania, la travesía y Después de todo). Este último es un intento filosófico y científico de explicar el milagro”, dijo frente a los reunidos.
Del horror a la belleza
Luego de unas breves palabras iniciales y una charla que no duró mas de 20 minutos, Gabriela –la heroína entre todos los asistentes– abrió el micrófono para que la conversación fluyera a partir de las preguntas que le hicieran los participantes del encuentro.
De este modo, consultada sobre el modo en que se desarrolló el vínculo con sus hijos en los últimos 15 años y con un océano de dificultades de por medio, contestó: “Venimos a la vida a resolver, a sanar y a vivir, no venimos a sufrir , a padecer, ni mucho menos a convertirnos en víctimas de las circunstancias. Las almas se reúnen en una trama donde no hay tiempo y en donde no hay espacio. Mis hijos siempre estuvieron cerca”.
Sobre este tipo particular de conexión con sus hijos, explicó que hay todo un espacio de la ciencia desarrollado detrás del concepto de “campos morfogenéticos”. En tal sentido, detalló que los conflictos del presente pueden tener relación con lo ancestral, con dificultades no resueltas del pasado que cada persona tiene que identificar.
“No existen equivocaciones, lo que me pasó con (su ex esposo) Imad Shaban podría haberme ocurrido con otra persona, y esto lo sé hoy, después de haber transitado un largo camino. Ningún hecho es aislado y la vida no es un guión que uno pueda llevar a cabo. Las historias no resueltas en las familias se repiten de generación en generación en el ahora. Por eso, les recomiendo a los jóvenes que se enamoran que estudien las historias de sus abuelos y que traigan a sus ancestros, porque sus deudas se cobran en el presente”, expresó, convencida.
El ida y vuelta con el público transformó la cita en una profunda reflexión entre pares. Así, entre preguntas y respuestas hubo espacio para hablar de las relaciones, el multiculturalismo, la violencia, la familia y un lugar particular para tratar la naturaleza femenina.
“Las mujeres tienen que animarse a explorar a su loba”, invitó sin titubeos.