Cómo se vivió la marcha por el Día de la Mujer desde adentro
Un hombre con un megáfono da órdenes. "Agáchense", les dice. "Arrástrense", continúa. "Bajen la cabeza", termina. Una vez, dos veces, tres veces, las 10 mujeres en fila, sumisas, acatan sin chistar. Hasta que una de ellas dice "no". Se rehúsa a seguir los mandatos. Y su negación se esparce entre el resto, se contagia, hasta que la sumisión da paso a la libertad.
La representación, casi teatral, tuvo lugar cerca de las 17 de este miércoles, cuando las mujeres comenzaban a congregarse en el Congreso. El sketch explicita la búsqueda de la marcha que, bajo el lema #NoEstamosTodas, reunió a miles y miles de manifestantes en el marco del Paro Internacional por el Día Internacional de la Mujer.
Las pancartas, los carteles, las banderas presentan enunciados claros, contundentes, crudos. "Si te pega, no te quiere". "Ser macho no es ser hombre", "Perdí el miedo el día que vi pegarle a mi amiga". "Nos quitaron Gente porque, más allá de un claro predominio femenino, cientos de hombres acompañan. En este punto también coincide la mayoría de las mujeres. El hombre siempre es bienvenido. "Necesitamos que estén para ellos también replanteen su rol en una sociedad tremendamente machista", explica una de ellas.
Después de casi tres horas, la movilización se concentra en Plaza de Mayo. El punto final de la convocatoria. Las consignas políticas -la liberación de Milagro Sala, por caso- se mezclan con los mensajes que claman igualdad de género. La plácida tranquilidad se rompe cuando comienzan los incidentes contra la policía y las corridas.
Algunas pocas y pocos que no captaron el mensaje inequívoco de la marcha. Mensaje capaz de nuclearse en una palabra. Una pintada en letras blancas, al comienzo de la marcha, en el asfalto de la intersección de Entre Ríos y Rivadavia. Conciso y contundente. "Vivas".tanto que nos quitaron el miedo". "Basta, paren de matarnos, basta".Los reclamos son variados pero siguen una línea común: posicionar, de una vez por todas, a la mujer en la sociedad. Decir basta a la violencia. La cuestión, ya visibilizada y en agenda, aún no encuentra solución. Todo lo contrario. En Argentina, el año pasado se registraron 290 femicidios. Un asesinato cada 30 horas. 401 hijos e hijas que se quedaron sin madre. Entre ellos, 242 menores de edad.
La marcha que comienza en el Congreso es multitudinaria y persigue un interés. Todas las mujeres entrevistadas por Infobae confirmaron que, a menudo, el acoso se siente en la calle. "Comienza como un piropo, pero ese piropo va subiendo de tono. Y si les respondés, puede ser peor. Hasta te pueden llegar a matar", comentó una de ellas.
La tranquilidad impera en la marcha que comienza a desplazarse. La heterogeneidad, también. No hay un target. Una mujer está con su hija de apenas 7 años. "Para que entiendan desde chicas que hay que defenderse, que no hay quedarse calladas, que hay que salir a pedir por lo nuestro".
A la mujer, además, la acompaña su esposa. Se casaron en 2012 y lograron adoptar, el anhelo de toda su vida. Ella, policía, le cuenta a este medio las barreras invisibles -o visibles- que se presentan en el plano laboral. "La policía es un ambiente muy machista. No tiene problema con que haya una mujer pero siempre en un puesto raso. No por nada todos los comisarios son hombres".
La movilización ya llega a la altura del Obelisco. Diferentes rangos etarios la pueblan, de niñas a ancianas. No hay distinción de clases sociales, sexualidad ni nacionalidad. En el gran tumulto emerge un grupo llamadas "Mujeres migrantes" en cuyos carteles se lee: "Las vidas importan por igual sin importar nacionalidad".
Un camión con altoparlantes pasa gritando consignas. Pese a la espontaneidad de la marcha, las banderías políticas y de agrupaciones se hace presente. Los cánticos apuntan hacia dos enemigos principales: el gobierno de Mauricio Macri y la Iglesia. Se escucha "la cumbia del patriarcado que la bailan los clericales" a medida que avanza la enorme avalancha de gente.
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