Acuarela: transparencia y magia
Esta semana, en nuestra sección “Elige tu propia obra”, te presentamos al artista Vladimir Merchensky, que define a la acuarela como su especialidad. Además nos comenta sobre qué opinan de esta técnica los coleccionistas argentinos, su experiencia, y más.
sde su taller en Palermo, Buenos Aires, el acuarelista Vladimir Merchensky, ha logrado una obra armoniosa. Sus acuarelas son vigorosas, tienen fuerza y personalidad. Estudió con Carlos Gorriarena, y aprendió el uso de contornos sombreados en gradiente observando a Xul Solar.
La afición por el arte lo acompañó toda su vida. Autodefine su trabajo como “valorismo sintético” y apuesta por revalorizar a la acuarela, técnica que ha sabido permanecer en el tiempo y sobrellevar -según expresa- el “bastardeo por parte de los coleccionistas”. Se trata de un modo de expresión que ofrece un infinito abanico de tonalidades.
-¿Qué le ofrece la acuarela que no le ofrecen otros materiales?
-El poder expresivo mayor de la acuarela, al menos en el uso que yo le doy, reside en dos aspectos que le son propios: la transparencia y la sencillez con que puede esconderse la pincelada -el gesto-.
El agua es la que termina de mezclar el color, en lugar de la mano, y así se consiguen transiciones y pasajes de color de mucha riqueza. Otro fuerte de la acuarela, derivado de la transparencia, es el trabajo por capas.
Estas capas tienen la limitación de avanzar hacia las sombras sin poder agregarse luces o claridades, por lo que exige cierto dominio en la preservación de blancos. Elijo la acuarela por su sensualidad y delicadeza, es una cuestión emocional. Es lo más lindo que hay.
-Por lo general el acuarelista tradicional trabaja el naturalismo pero usted representa temas que van del surrealismo al naif, ¿es así?
-Puede que use elementos del surrealismo, pero no me considero adepto a su discurso; más bien al expresionismo, informalismo, secesionismo vienés y quizá alguna reminiscencia del art nouveau.
Me interesa mucho el expresionismo porque habilita nuevos sistemas de representación en donde la deformación da permiso para una expresión psicológica mucho más sutil y poderosa que cualquier realismo, como posteriormente hizo Picasso.