En nuestro país, una mujer es asesinada cada 30 horas y hay 50 ataques sexuales por día. A esto hay que agregar que las mujeres ganan hasta un 30% menos en los mismos puestos de trabajo que los hombres, situación que se agrava para las trans,cuyo cupo laboral es limitado por la ausencia de leyes que las protejan y les garantice un trabajo digno, con cobertura médica y con aportes jubilatorios.
En 2016, también comenzaron a circular en las redes sociales las denuncias de víctimas de abusos sexuales y psicológicos por parte de cantantes de rock:
José Miguel del Pópolo, cantante de la banda La Ola Que Quería ser Chau, Cristian Aldana, cantante de El otro yo, a lo que se sumaron los comentarios machistas de Walas, cantante de Masacre, y de
Gustavo Cordera, cantante de La Bersuit.
La dominación más sutil es la que, desde la educación de un Estado paternalista apoyado en una cultura heteronormativa y patriarcal, entra en la casa de los hogares de todos, desde temprana edad, para seguir reproduciendo el orden machista liberal.
En este alarmante contexto nacional de privación de Derechos Humanos esenciales para cualquiera que no entre en los parámetros de las definiciones binarias de género establecidas por el canon de una sociedad heterosexista, cabe aclarar que la violencia de género no solo contempla la violencia física, sino también la simbólica y psicológica. La dominación más sutil es la que, desde la educación de un Estado paternalista apoyado en una cultura heteronormativa y patriarcal, entra en la casa de los hogares de todos, desde temprana edad, para seguir reproduciendo el orden machista liberal.
La lucha que todas las mujeres están llevando a cabo es una lucha difícil. Es una lucha contra el sistema educativo, el discurso dominante, la institución política que lo reproduce, el Estado que lo ampara y abandona, contra una cultura heteronormativa, un machismo arraigado en los cuerpos de todos, contra la represión de las fuerzas policiales, contra una religión violenta que niega el aborto, que prohíbe a la mujer decidir sobre su propio cuerpo, que estigmatiza la libre elección sexual y que demoniza la diversidad.
La lucha de todas las mujeres, entonces, es una lucha contra un Estado ausente, paternalista, machista y patriarcal. Es una lucha contra una cultura asesina que convierte a los cuerpos en objetos y que distingue aquellos que merecen la pena conservarse y los que no: cuerpos diversos, feministas, “no decentes”, infectados por una idea de libertad, por el empoderamiento de la elección sexual. Cuerpos que, para la cultura dominante, son objetos residuales, cuerpos-basura que pueden ser violados, perseguidos, asesinados, torturados y tirados en la calle como restos de un discurso que no deja de matar.
la lucha que promete un verdadero cambio social y cultural. Frente a esto, celebramos el activismo político, la valentía, las calles tomadas, las capacitaciones, el cuerpo en las acciones.
El Día Internacional Contra la Violencia de Género es todos los días, en la lucha diaria, en las casas y en la calle.