¿Qué es ser mamá? La pregunta tal vez se ha repetido en muchas mujeres con hijos y, aunque pudiera haber tantas respuestas como seres humanos, a través del tiempo se definieron matrices para ese rol, que van desde la responsabilidad en la «reproducción del linaje» hasta la conformación de una familia como instancia de satisfacción personal. Haber nacido en un pueblo en particular, en zona urbana o rural, bajo la protección de determinadas deidades y con un sistema de valores propios de la comunidad, carga de diferentes sentidos a la maternidad. Un marco de explicaciones que algunas decidieron desandar.
«El embarazo y la maternidad son roles definidos culturalmente. Es parte de las cosas propias de comunidades insertas en algún contexto de país o de región con características particulares. Por ejemplo, se puede hablar de alguna cultura argentina pero hay que entrar en las especificidades después. Es muy distinta una mujer que vive en Capital Federal de la que reside en el Gran Buenos Aires, en el Noroeste o el Noreste», plantea Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
Entonces, ¿esa etapa en la vida es registrada de la misma forma por todas las adultas de una misma colectividad? No como un absoluto, porque intervienen los deseos y las ideas de cada una, pero incluso estos están encuadrados en un determinado paradigma del deber ser.
Es justamente la delimitación de lo aceptado lo que equipara a las chicas y las grandes en una base de valoración, que a veces logran modificar, aunque para ello suelen lidiar con el sentimiento de «culpa por ser diferentes» de sus antecesoras, explica la especialista en salud pública. «Algo común de la cultura occidental y cristiana, porque las religiones también tienen mucho que ver, es que considera la maternidad como una cosa esencial e inherente a la identidad de las mujeres. Para vencerlo se debe deconstruir ese mandato en base a otras posibilidades, fortalecer la capacidad de decisión y la autoestima», convoca.
Para la mujer africana, por ejemplo, «procrear es fundamental porque es parte del ciclo de vida. El rol de la mujer es secundario en una sociedad machista, pero desde el concepto yoruba la maternidad es un principio central», asegura Indiana Bauer, perteneciente a la línea batuque de la religión umbanda y la nación Jeje. Así como para esa comunidad cada uno elige su «destino» antes de nacer, la concepción es previa a la existencia de una persona, porque es entendida como un fenómeno «presocial», que es hacedor del grupo de personas, y no como una actividad particular de alguien. Hay una «función maternal» por encima de una mamá.
En Occidente, a partir de la colonización, se «convirtió a la mujer en vehículo de descarga emocional del hombre», denuncia. Allí —y no en la expectativa de que en algún momento de sus vidas asistan a, al menos, un parto— radica para ella la distinción entre la forma propia y la europea de asignar espacios a lo femenino, que se evidenció en el descenso de la cantidad de hijos que tenían las esclavas que no podían cuidarse por su situación de explotación...
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