L.A.I.A. es una organización sin ánimo de lucro, que busca mejorar la comunidad creando espacios para la expresión y el entendimiento en las distintas ciudades con mayor diversidad étnica y cultural del mundo, creemos en la importancia de la integración para el crecimiento del individuo, la familia y la comunidad; y el Arte y la Cultura son los medios perfectos para lograrlo.

POR GENTILEZA DE UNA GRAN AMIGA Y MEJOR MUJER, MÓNICA IVULICH, ESTAMOS PRESENTANDO L.A.I.A. ARGENTINA, QUE SE ACOPLA , A LAS SEDES QUE ESTAN TRABAJANDO EN LATINOAMÉRICA Y EUROPA
- ( en EEUU CLIKEA EN :http://jurukan.wixsite.com/laia ), O Latin American Intercultural Alliance EN FACE BOOCK, PARA VER LA DE ESPAÑA CLIKEA : Laiaes España Intercultural )





"Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen."( Mónica Ivulich)

UNION, TOLERANCIA Y PAZ

AGRADECEMOS A LA SRA. GRABRIELA ARIAS URIBURU POR ACEPTAR EL MADRINAZGO DE ESTA SEDE ARGENTINA!



FUNDADORA DE L.A.I.A. ARG . SRA. MARTA RODRIGUEZ
15-5937-0502

TODAS LAS RAZAS, TODOS LOS CREDOS...

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jueves, 22 de marzo de 2012

La odisea de una madre por sacar a su hija de la prostitución

La joven estaba secuestrada y era golpeada en burdeles de dos de los imputados. Entre lágrimas, la madre contó que no tenía plata para pagar su rescate. Pudo llevársela mediante una estratagema, pero los captores las persiguieron a los tiros.
 
Otra madre buscando a su hija en los prostíbulos de La Rioja. Otro testimonio conmovedor. Pero a diferencia de Susana Trimarco, la testigo que declaró ayer en el juicio por Marita Verón sí encontró a su hija, y se la llevó en medio de tiros. Sin embargo, no pudo evitar que la joven volviera al submundo prostibulario.
Esa testigo, A.J., es la madre de M.A.H., quien el martes había relatado ante el tribunal sus padecimientos en tres prostíbulos de La Rioja. Esa noche, al terminar la audiencia, a la salida de Tribunales, madre e hija fueron hostigadas por un hermano de la imputada Daniela Milhein, y ambos protagonizaron un escándalo que motivó un informe de la guardia policial. Por esa razón, el presidente del tribunal, Alberto Piedrabuena, pidió ayer a la prensa que nombre a los testigos por sus iniciales.
La narración de A.J. (50) complementó la que había hecho la víspera su hija quien, no obstante, dejó la sensación de que no se animó a contarlo todo, y que mantuvo algunos nombres en silencio. El resto de los hechos narrados pueden comprenderse con la declaración de Daniela Milhein al comienzo del juicio; fue también muy incompleta –los acusados no están obligados a decir la verdad–, pero dio pistas para bocetar la conexión Tucumán-La Rioja de la red de trata que está siendo juzgada.
M.A.H. conoció a Milhein en 1996, cuando su hermana melliza se casó con un hermano de crianza de Milhein. Fue esta quien llevó a M.A.H. a ser prostituida a La Rioja, sin que la madre lo supiera; allí estuvo dos o tres semanas. “Al poco tiempo se me volvió a escapar”, dijo la madre. Hizo la denuncia policial, al no tener respuesta recurrió a la Fundación Pibes, y esta movilización hizo que su proxeneta, el imputado Fernando “El Chenga” Gómez, la mandara por pocos días a su casa, a decirle a la madre que estaba bien. La joven mintió que estaba con un muchacho, no quiso decirle dónde y volvió a escaparse.
Volvió a tener noticias de ella cuando tres hombres fueron a buscarla a su trabajo –es empleada pública– y la obligaron a ir a La Rioja. “Tu hija está detenida y necesitamos que vos la retirés”, le dijo un hombre que se identificó como “Pantera”, y que sólo accedió a que la acompañara su yerno.
La mujer fue llevada a la comisaría donde estaba su hija, quien era acompañada por “Liliana” Medina. En casa de esta la hicieron pasar la noche, ya que recién a la tarde del día siguiente el juez de menores la liberó, aunque tuvo que retirarla de la seccional. “Me hicieron firmar en el juzgado y en la comisaría, pero no me entregaron ningún papel”.
Sin embargo, Medina impidió que se la llevara de regreso: “No, señora, yo he gastado mucho por tu hija, vos me la tenés que dejar. Más vale que te subás al auto y te vayas a Tucumán. Sabemos dónde vive tu familia. Ni a la Policía de Tucumán vayas a hacer la denuncia, porque te estaremos vigilando”.
Me tenían amenazada. Tenía tanto miedo, que no sabía qué hacer –contó entre sollozos–. Le mentí y le dije a mi mamá que A. estaba bien. Seguí trabajando, y sabiendo que mi hija había quedado ahí, no sabía qué hacer”.
Al mes, la joven la llamó para decirle que le enviaría un giro para ir a visitarla. Fue con la gemela de A., su hermano menor y los dos nietos.“Cuando llegué a La Rioja, ahí conocí al señor Chenga; ese nombre nunca se me va a borrar de mi mente”. Si bien la joven insistía en que estaba “juntada con él” ella misma había contado el martes que la había convertido en su esclava sexual–, la madre comenzó a pensar en“cómo sacarla de ese ambiente”.
Conversó con Medina, quien volvió a enrostrarle el dinero que había pagado por A. “No me acuerdo cuánto, pero no me alcanzaba esa suma para retirar a mi hija”. Entre llantos, recordó que volvió a Tucumán sin saber qué hacer. “No trabajaba bien, sacaba muchas licencias, por la depresión que tenía”...

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