L.A.I.A. es una organización sin ánimo de lucro, que busca mejorar la comunidad creando espacios para la expresión y el entendimiento en las distintas ciudades con mayor diversidad étnica y cultural del mundo, creemos en la importancia de la integración para el crecimiento del individuo, la familia y la comunidad; y el Arte y la Cultura son los medios perfectos para lograrlo.

POR GENTILEZA DE UNA GRAN AMIGA Y MEJOR MUJER, MÓNICA IVULICH, ESTAMOS PRESENTANDO L.A.I.A. ARGENTINA, QUE SE ACOPLA , A LAS SEDES QUE ESTAN TRABAJANDO EN LATINOAMÉRICA Y EUROPA
- ( en EEUU CLIKEA EN :http://jurukan.wixsite.com/laia ), O Latin American Intercultural Alliance EN FACE BOOCK, PARA VER LA DE ESPAÑA CLIKEA : Laiaes España Intercultural )





"Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen."( Mónica Ivulich)

UNION, TOLERANCIA Y PAZ

AGRADECEMOS A LA SRA. GRABRIELA ARIAS URIBURU POR ACEPTAR EL MADRINAZGO DE ESTA SEDE ARGENTINA!



FUNDADORA DE L.A.I.A. ARG . SRA. MARTA RODRIGUEZ
15-5937-0502

TODAS LAS RAZAS, TODOS LOS CREDOS...

TODAS LAS RAZAS, TODOS LOS CREDOS...

coronavirus 2020

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COVID*19

sábado, 28 de abril de 2012

de Nuestra fundadora, Mónica Ivulich...para todos!!

Girasoles

Miro la espalda de la madre curvándose sobre la tierra, rastrilla, limpia, destroza la tierra y hace pequeños agujeros, con una pala de mano. Poco a poco rellena los huecos con brotes que ha cultivado por unas semanas, en macetitas descartables y es hora de que los retoños tengan su propia tierra y se conviertan en lo que el destino les tiene asignado. Las mira y las ve crecidas con las flores enormes mirando el sol. Las quiere plantar para ella y para su hijo que ya no está. Eran sus flores preferidas, los girasoles. Tambien para su hija, y sus nietas que disfrutan hechando agua desde una pequeña regadera. Ella sabe que el hijo, donde esté, disfrutará de esos colores, del tamaño de las plantas. La mujer se levanta, sonríe y se mira la piel que se lastimó con la azada, se lavará las manos y usará una gasa para su herida, diciendo “no es nada”, como dicen todas las madres. Ha disfrutado en silencio el diálogo con la tierra y los tiernos brotes prestos a crecer, ha disfutado el canto de los pájaros, la memoria de su hijo y la presencia lejana de sus nietos, ocho cuenta y sonríe: “hasta ahora”. Alimenta a las niñas, a la perra y la gata, su hija la mira sonriente desde su escritorio. Se quieren y respetan. Ordena algo en la cocina y deja una bandeja preparada para la cena. Sube las escaleras, está algo cansada. Se sienta en su sillón y se pone a escribir: “Miro la espalda de la madre curvándose sobre la tierra…”

                                          

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