L.A.I.A. es una organización sin ánimo de lucro, que busca mejorar la comunidad creando espacios para la expresión y el entendimiento en las distintas ciudades con mayor diversidad étnica y cultural del mundo, creemos en la importancia de la integración para el crecimiento del individuo, la familia y la comunidad; y el Arte y la Cultura son los medios perfectos para lograrlo.

POR GENTILEZA DE UNA GRAN AMIGA Y MEJOR MUJER, MÓNICA IVULICH, ESTAMOS PRESENTANDO L.A.I.A. ARGENTINA, QUE SE ACOPLA , A LAS SEDES QUE ESTAN TRABAJANDO EN LATINOAMÉRICA Y EUROPA
- ( en EEUU CLIKEA EN :http://jurukan.wixsite.com/laia ), O Latin American Intercultural Alliance EN FACE BOOCK, PARA VER LA DE ESPAÑA CLIKEA : Laiaes España Intercultural )





"Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen."( Mónica Ivulich)

UNION, TOLERANCIA Y PAZ

AGRADECEMOS A LA SRA. GRABRIELA ARIAS URIBURU POR ACEPTAR EL MADRINAZGO DE ESTA SEDE ARGENTINA!



FUNDADORA DE L.A.I.A. ARG . SRA. MARTA RODRIGUEZ
15-5937-0502

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viernes, 23 de marzo de 2012

Las prostitutas en la historia 
Sade

Sade

Antes de ser una especie de fonoaudiólogo de la Realeza, el actor australiano Geoffrey Rush fue el Marqués de Sade, en Letras prohibidas, una película de 1996. Antes de llegar al cine, Sade tuvo que convertirse en una leyenda. Y para conseguir esa inmortalidad popular, el noble francés que vivió entre el siglo XVIII y el XIX se dedicó a la literatura y a protagonizar algunos escándalos. Desde las letras, Sade describió un mundo en el que lo que él llamaba “vicios y libertinaje”, especialmente en el terreno de la sexualidad, vencían a la “bondad innata” que el filósofo Jean-Jacques Rosseau le atribuía al ser humano. Y esa vida –que Sade no estigmatizaba– fue la que él mismo vivió: su contacto con prostitutas fue asiduo, incluso estando casado, y en dos ocasiones lo convirtieron en el centro de la opinión pública europea.
La primera vez fue en 1768, cuando Rose Keller, a quien Sade adujo haber contratado por sus servicios carnales, lo denunció por haberla flagelado mientras ella pedía limosna: esto le valió la cárcel por siete meses. La segunda fue más lejos: en 1772, luego de una orgía, varias prostitutas lo acusaron de haberlas obligado a ingerir un afrodisíaco que las descompuso fuertemente; y aunque luego se curaron, el escritor fue sentenciado a muerte por sodomía y envenenamiento. El veredicto, sin embargo, no alcanzó para detener las aventuras de quien se convirtió en un prófugo por un largo tiempo.
Es casi automática la vinculación entre Sade y el desborde sexual. Tan fácil de hacer que hasta el término “sadismo” se acuñó a partir de su nombre. Sin embargo, aunque los manuales imaginarios de buenas costumbres indiquen que en las biografías es mejor no hacer hincapié en los capítulos más íntimos, el marqués francés no fue el único personaje popular vinculado al consumo de prostitución.
Según los apartados más privados de su historia, el escritor ruso León Tolstoi, autor de Guerra y paz y Anna Karenina, era un asiduo visitante de prostíbulos, incluso después de haber cumplido los ochenta años. Al respecto, en su Sonata a Kreutzer, el célebre novelista escribió: “Lo que hay que decir es que las prostitutas a corto plazo son generalmente menospreciadas y las prostitutas a largo plazo, estimadas”.
También en Rusia, el Zar Pedro I, que gobernó entre 1682 y 1725, estuvo involucrado con una prostituta, aunque en esta ocasión el lazo se fortaleció cada vez más: Marta Skavronska, descendiente de una familia campesina polaca, se prostituía entre los comandantes del ejército ruso hasta que se contactó directamente con Pedro. El vínculo se hizo cada vez más imprescindible para él, especialmente por los cuidados que ella le daba cuando él caía enfermo. El amor –como dice la canción– fue más fuerte que la formalidad que unía al Zar con Eudoxia Fiódorovna, su primera esposa, y convirtió a Marta en la legítima esposa de Pedro, tras un casamiento secreto en 1707. Marta fue, luego de la muerte de su esposo, Catalina I, Zarina de Rusia, aunque Pedro ya la había nombrado Emperatriz de sus vastas tierras...

DIARIO CLARIN





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