Esas mil maneras de ser mujer
¿Qué es ser mujer? ¿Usar rouge y mirarse al espejo antes de salir? ¿Tener "instinto maternal"? ¿Ser débil, compasiva? Somos mucho más que eso. Festejemos nuestras diferencias, y reflexionemos sobre aquello que nos hace mujeres
Usar pollera. Ser coqueta, maquillarse. Dedicar unos minutos diarios a plancharse el pelo o hacerse los rulos. Tener pechos (ya sean éstos melones, naranjas o limones). Poseer ciertas “curvas”. Ser sensible. Ser (o querer ser) madre. Ser débil, frágil. Ser perceptiva, intuitiva, compasiva. ¿Esto es ser mujer? ¿Estas características “definen” a las mujeres? ¿Somos sólo eso? Me resisto a pensar que la mitad de las personas del mundo pueden ser definidas por un puñado de características, o atributos generales. Las mujeres somos mucho más que eso. Felizmente diferentes. ¿Quién dice qué y cómo somos?
“La educación, la historia infantil, los mandatos paternos y maternos y las identificaciones con las figuras primordiales constituyen las bases para definir quién será mujer y quién varón, pero también determinan cómo deben ser y qué se espera de ellos”, dice Andrea Gómez, psicóloga, sexóloga y especialista en educación sexual. A las mujeres se les “permite” ser suaves, contenedoras, amorosas, complacientes, atentas, sumisas, sensibles, coquetas, hermosas y jóvenes... ¿Eso es ser mujer?
Esa sagrada construcción (cultural)
Para empezar a reflexionar, la historiadora Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Buenos Aires (UBA), lanza que “no hay ninguna esencia femenina. Hay, en todo caso, una multiplicidad de modos de ser mujer”. Afirma que cada época genera expectativas y normas relacionadas con las mujeres y que los atributos que las definen forman parte de una conjunción estereotipada surgida a lo largo de la historia, pero no tiene nada que ver con una “naturaleza femenina”, así como tampoco existe una masculina.
En la misma línea, la psicóloga Alicia López Blanco, autora de “Mujeres al rescate de la fuerza interior” (Paidós, 2011), recuerda una frase de la filósofa francesa Simone de Beauvoir (“No se nace mujer, se llega a serlo”) para explicar que, si bien nacemos con una genitalidad que –la mayoría de las veces- define un sexo (femenino o masculino), habitualmente se confunden los términos “sexo” y “género”. Explica que “el sexo es el conjunto de características físicas con las que nacen los hombres y las mujeres, son naturales y esencialmente inmodificables. Al género lo constituyen las características psicológicas, sociales y culturales y se transforma con el tiempo”...
http://www.entremujeres.com/genero/nace-mujer-llega-serlo-dia_0_658134291.html
Usar pollera. Ser coqueta, maquillarse. Dedicar unos minutos diarios a plancharse el pelo o hacerse los rulos. Tener pechos (ya sean éstos melones, naranjas o limones). Poseer ciertas “curvas”. Ser sensible. Ser (o querer ser) madre. Ser débil, frágil. Ser perceptiva, intuitiva, compasiva. ¿Esto es ser mujer? ¿Estas características “definen” a las mujeres? ¿Somos sólo eso? Me resisto a pensar que la mitad de las personas del mundo pueden ser definidas por un puñado de características, o atributos generales. Las mujeres somos mucho más que eso. Felizmente diferentes. ¿Quién dice qué y cómo somos?
“La educación, la historia infantil, los mandatos paternos y maternos y las identificaciones con las figuras primordiales constituyen las bases para definir quién será mujer y quién varón, pero también determinan cómo deben ser y qué se espera de ellos”, dice Andrea Gómez, psicóloga, sexóloga y especialista en educación sexual. A las mujeres se les “permite” ser suaves, contenedoras, amorosas, complacientes, atentas, sumisas, sensibles, coquetas, hermosas y jóvenes... ¿Eso es ser mujer?
Esa sagrada construcción (cultural)
Para empezar a reflexionar, la historiadora Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Buenos Aires (UBA), lanza que “no hay ninguna esencia femenina. Hay, en todo caso, una multiplicidad de modos de ser mujer”. Afirma que cada época genera expectativas y normas relacionadas con las mujeres y que los atributos que las definen forman parte de una conjunción estereotipada surgida a lo largo de la historia, pero no tiene nada que ver con una “naturaleza femenina”, así como tampoco existe una masculina.
En la misma línea, la psicóloga Alicia López Blanco, autora de “Mujeres al rescate de la fuerza interior” (Paidós, 2011), recuerda una frase de la filósofa francesa Simone de Beauvoir (“No se nace mujer, se llega a serlo”) para explicar que, si bien nacemos con una genitalidad que –la mayoría de las veces- define un sexo (femenino o masculino), habitualmente se confunden los términos “sexo” y “género”. Explica que “el sexo es el conjunto de características físicas con las que nacen los hombres y las mujeres, son naturales y esencialmente inmodificables. Al género lo constituyen las características psicológicas, sociales y culturales y se transforma con el tiempo”...
http://www.entremujeres.com/genero/nace-mujer-llega-serlo-dia_0_658134291.html
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